Por: Lizeth Serrato Contreras
Una vez reelecto y posicionado el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, la Transición Energética estadounidense entró en lo que parece ser sus últimos días, y con ella la cooperación a otros países en materia de renovables. El pasado 20 de enero el mundo se vio frente al primer discurso de Trump como mandatario del americano país, en donde quedaron por sentado muchos puntos que ponen en riesgo iniciativas mundiales, apoyo financiero y relaciones políticas.
Uno de los aspectos que será mayormente impactado por los cambios del gobierno entrante es el energético, y en este sector se pusieron sobre la mesa propuestas contundentes que se resumen en una “liberación energética” al territorio; acciones como el aumento de la explotación de energéticos como el carbón, gas y petróleo, cuya naturaleza no es renovable, desatarían un retroceso significativo en materia de transiciones y cumplimiento de metas en la reducción de emisiones. Dentro de este punto hay un hecho que inquieta aun más y son las zonas que se disponen para continuar con estas explotaciones, áreas protegidas como el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico, en Alaska, son las que entran dentro del foco del presidente. Actividades como el fracking darían paso a que EE.UU. se volviera a posicionar como el mayor productor del sector. Por otro lado, se propone también la suspensión de los subsidios para vehículos eléctricos y retornar, por temas de costos, al uso de carros de combustibles fósiles. Finalmente, Donald Trump retiro al país una vez más del Acuerdo de París y de la gran suma de acciones en miras a reducir el impacto medioambiental escala internacional. Sin embargo, uno de los consuelos que dejó el drástico discurso es que el electo, a pesar de descartar la energía solar y eólica como fuente de generación, sigue teniendo en cuenta la hidroeléctrica como opción renovable.
Pero, ¿qué representa esto para Colombia? Una vez finalizado el discurso de posesión, quedo en total claridad que el mandatario deja en segundo plano los temas afines a la Transición Energética y la cooperación que beneficia con el cuidado al medio ambiente, lo que equivale a un impacto en el apoyo financiero que EE.UU. da a proyectos de energías renovables en Colombia y en la confluencia de políticas ambientales entre los dos países. Si bien, una de las banderas del Gobierno Petro es la Transición Energética y por ello se mantiene en la constante búsqueda de nuevas oportunidades para materializar las propuestas y potenciar sus fuentes de energías renovables y en países como EE.UU ha encontrado un gran aliado, sin embargo, la conmoción también permeo estas alianzas a raíz de las últimas declaraciones; es importante recalcar que el actual Gobierno colombiano manifestó que la inversión estadounidense aterriza en proyectos del sector transporte, medio ambiente y evidentemente, en el sector energético. Se estima que sean inversiones de millones de dólares los que están en juego.
A escasos 22 días del año en curso la crisis climática deja de ser solamente un reto a superar, sino que se vuelve, nuevamente, un panorama amenazante y poderoso; es preocupante que estas propuestas se hagan una realidad palpable, pues representaría que una de las potencias que sostiene y maneja el gran globo azul ponga en jaque todos los avances que se han logrado con los discursos de Transición Energética, cuidado medioambiental y la reducción de emisiones. ¿Será que Estados Unidos empezará a figurar como una molesta piedra en el zapato para lograr una Transición Energética globalizada e incidente? Lo que si no queda en duda es que Trump dejó claro en que bando está dentro del versus de lo convencional y lo renovable.
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