Por: Oficina Pares Pacífico
El sábado 10 de febrero del 2024 el país quedó atónito ante las imágenes: a Tuluá, corazón del Valle del Cauca, se lo había tomado una banda delincuencial, La Inmaculada. La detención de Mauricio Marín, mejor conocido como Nacho, había desencadenado el caos. Esto era apenas el síntoma de una situación que Tuluá vive desde el 2021. Es tal el descontrol que no existen ni siquiera elementos para establecer datos que podrían servir para dimensionar el panorama: no se pueden conocer ni siquiera, con fiabilidad, cuántos homicidios ocurren al mes. Con los pocos elementos que hay si se puede afirmar que la extorsión, como en el resto del país, va en alza. Tuluá es el tercer municipio, detrás de Cali y Buenaventura, con mayores casos de extorsiones. Los homicidios, las amenazas, y las desapariciones también están a la orden del día. Al terror no se escapa el alcalde de la ciudad quien ha sido amenazado por La Inmaculada, además del acoso sistemático que sufren funcionarios de la secretaría de tránsito. Incluso algunos han sido asesinados.
La situación se complica aun más por las disputas entre “La Inmaculada” o también conocida como “La Oficina de Tuluá” con otras bandas urbanas como “Los de la Cruz”.
Mientras en la ciudad llueve en el área rural no escampa. Las disidencias de las extintas FARC, además de la avanzada del Frente 57, generan terror entre la población.
La Defensoría del Pueblo le ha puesto el ojo a la situación y ha hecho énfasis en los riesgos que está corriendo Tuluá. Desde la oficina Pares Pacífico se lanza este informe, una radiografía descarnada sobre una ciudad sumida en la anarquía por culpa de los violentos. Este informe no se queda en la mera descripción del horror, también, al final, da unas claves para salir por fin del fango. Este es el informe:
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