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Unos 245 mil supervivientes del Holocausto siguen vivos

  Por: Redacción Pares



Hace poco leí que los sobrevivientes al Holocausto muchas veces están en conversaciones donde personas que jamás entraron a un campo de concentración empiezan a explicarles como eran estos centros de exterminio. Por lo general el sobreviviente lo único que hace, aterrado, es mover la cabeza como si estuviera negando todo lo que le dijeran. Al final prefieren alejarse y no participar de algo tan infame como escuchar una verdad instaurada en la historia a través de personas que no la experimentaron.. Las pesadillas, para el sobreviviente, percibirán para siempre.

 

Hay casos de este tipo de traumas que se han convertido en insignes y también en tragedias. Primo Levi vivió ocho meses en Auschwitz. Fue rescatado por el ejército rojo, que entró a estos campos el 27 de enero de 1945. Narró, en una trilogia de cuentos, la cotidianidad del campo -gracias a él pudimos saber que en los baños del campo estaban pegados en la pared instrucciones para tener la mejor higiene posible- lo importante que era tener una cuchara o contar con la suerte de tener un par de zapatos de la misma talla. Pero también supimos que lo más terrible fue la cantidad de supervivientes que murieron regresando a casa. Es que, cuando los rusos los liberan, como un pelotón de zombies uniformados con camisa a rallas, salieron a buscar sus casas sin abrigo -era un invierno crudo- con tifus, sin zapatos y entonces lo que quedaba de ellos era una fila  de cuerpos se veía al lado y lado de camino durante kilómetros. Los más sensatos, cuando se fue de los campos el último SS, decidieron quedarse allí, a pesar de las montañas de muertos, de la putrefacción, incluso del miedo que daba que los alemanes en cualquier momento regresaran a arrasar con todos. El italiano Levi esperó durante semanas hasta que los soldados los evacuaron con todas las de la ley. En esa espera también murieron muchísimos.

 

Y sin embargo Levy no aguantó la desesperación. Décadas después de sus meses en Auschwitz, después de ganar el Premio Nobel de literatura, se lanzó desde su edificio rompiéndose la crisma. Se cansó que las pesadillas persistieran. Que no se fueran jamás.

 

En los campos ocurrió el horror pero también el milagro. Hoy, una buena parte de esa población de sobrevivientes, que se han calculado en 250 mil, son personas que tienen 80 años y que gracias al azar se salvaron de las balas nazis. Los niños estaban prohibidos en los campos. La orden era aniquilarlos. En los campos estaba la gente que podría tener alguna capacidad de trabajo. Un niño no era más que un estorbo. Un bebé de brazos iba directo a los hornos. Algunos padres supieron esconderlos, callarlos para que no lloraran y no sólo sobrevivieron a los SS sino al helado invierno, al tifus, al hambre de los otros.

 

Somos lo suficientemente viejos para haber visto como en los años noventa, después del éxito que constituyó La lista de Schindler, la premiada película de Steven Spielberg, se decía que el tema de los campos de concentración ya estaba trillado. Cuando Roberto Benigni fue aplaudido por hacer una comedia con el holocausto de trasfondo como fue La vida es bella, tampoco entendimos por qué los sobrevivientes prendieron las alarmas sobre una posible trivialización del tema. Treinta años después el antisemitismo ha vuelto a hacer presencia en el mundo. Las políticas de Netanyahu, que han arrasado con palestino y producido miles de muertos, muchos de ellos niños y mujeres, han levantado millares de comentarios ofensivos contra el estado de Israel y el odio a los judíos. Cuando fue fundado  Israel, después de la Segunda Guerra Mundial, muchos sobrevivientes de los campos se fueron a vivir allá donde se sintieron seguros. Según la DW de los 250 mil supervivientes en el mundo más de la mitad, 150 mil, viven en ese lugar.

 

Hay datos que son escalofriantes. Hasta 1970 el canciller alemán Willy Brandt reconoció la participación de Alemania en el Holocausto. Desde esa fecha el gobierno alemán ha pagado más de 90 mil millones de dólares como muestra de su arrepentimiento. Es que se estima que fueron más de seis millones de judíos los que murieron en campos como Dachau, Treblinka y otros cientos distribuidos en Hungría, Polonia, Ucrania y Alemania.

 

Lo que preocupa es la falta de memoria. En Alemania la ultraderecha, con sus mensajes de odio contra los inmigrantes, se asienta cada vez más entre la población. Incluso el magnate dueño de Tesla, Elon Musk, ha apoyado abiertamente a este partido. La historia es cíclica y es probable que próximamente veamos como la serpiente se vuelve a moder la cola.

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