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Valentina Trespalacios

Por: María Victoria Ramírez


One man come in the name of love

One man come and go

One man come he to justify

One man to overthrow

In the name of love

What more in the name of love?

Canción de U2 (Pride, In the name of love)

Un hombre viene en nombre del amor

Un hombre va y viene

Un hombre viene a justificar

Un hombre para derrocar

En nombre del amor

¿Qué más en nombre del amor?

Mi primera columna del 2023 la ocupa un tema doloroso. El muy probable feminicidio de la colombiana Valentina Trespalacios a manos del norteamericano John Poulos.

Al escribir el nombre de Valentina Trespalacios en el buscador de Google el día 31 de enero, nueve días después de su muerte, aparecieron cerca de 25.700.000 resultados en 0,57 segundos. ¿Qué consultar y sobre todo qué decir sobre el caso?


Hago una lista de los elementos del video que publica la Revista Semana en el que se muestra al presunto feminicida saliendo de la escena del crimen hacia el parqueadero para escapar: las llaves, la cobija gris, el carrito metálico de mercado, la botella de agua, el ascensor, el automóvil blanco, el parqueadero, la maleta azul y dentro, se presiente, el cuerpo inerte de Valentina.


John Poulos esperando el ascensor, llegando al parqueadero, bebiendo agua, de un solo envión levantando la maleta y depositándola en la cajuela del automóvil, subiendo al auto, retrocediendo y, finalmente, desapareciendo de la cámara.


Muchos artículos hacen mención de los celos como el móvil de este feminicidio. Algunos, incluso, lo denominan crimen pasional, denominación que debería eliminarse del lenguaje periodístico a la hora de abordar un delito como feminicidio, que está tipificado en el código penal colombiano.


En honor a la verdad, creo que la mayoría de los seres humanos por rabia o por dolor llegan a pensar en matar. Pero de ahí a ejecutar hay una distancia y lo que llega a mediar eso es la razón y la palabra. Según Sigmund Freud: “el primer humano que insultó a su enemigo en vez de tirarle una piedra fue el fundador de la civilización”. El tema es que aquí no hay enemigo, sino un ser humano, una mujer que se convierte en el objeto obsesivo del deseo y se le elimina porque el feminicida se cree con el derecho de hacerlo y, lo peor, se le une un coro de voces en los medios de comunicación, en las calles y en las redes sociales que lo justifican.


ONU-Mujeres Colombia presenta la siguiente definición de feminicidio:


El feminicidio se refiere al asesinato de una mujer por el hecho de serlo, el final de un continuum de violencia y la manifestación más brutal de una sociedad patriarcal. Este fenómeno ha sido clasificado según la relación entre víctima y victimario en cuatro categorías: i) Feminicidio de pareja íntima, ii) Feminicidio de familiares, iii) Feminicidio por otros conocidos y iv) Feminicidio de extraños, todos estos atravesados por las diferentes opresiones que viven las mujeres día a día. El feminicidio hace parte de las múltiples y complejas violencias contra las mujeres, y no puede entenderse sólo como un asesinato individual, sino como la expresión máxima de esa violencia, en la que el sometimiento a los cuerpos de las mujeres y extinción de sus vidas tiene por objetivo mantener la discriminación y la subordinación de todas.

En el caso de Valentina estaríamos frente a un feminicidio de pareja íntima. Un novio que contrató a un investigador privado para seguir a su pareja y que planeó y ejecutó su muerte. Hay dolo allí, según el lenguaje de los abogados. Lo peor es que el caso de Valentina, aunque ha tenido un gran despliegue mediático, no es aislado. Según El Observatorio Colombiano de Feminicidios, se registraron 614 feminicidios en el país en 2022. Algunos han llamado el feminicidio como la pandemia silenciosa, y no están lejos de la verdad. De nuevo, según ONU-Mujeres, en 2021 unas 45.000 mujeres y niñas de todo el mundo fueron asesinadas por sus parejas u otros familiares (incluidos padres, madres, tíos y hermanos). Esto significa que, en promedio, más de cinco mujeres o niñas son asesinadas cada hora por alguien de su propia familia. Las parejas actuales y anteriores son, de lejos, los autores más probables de feminicidio, ya que representan una media del 65% de todos los homicidios relacionados con la pareja y la familia.


El feminicidio puede y tiene que evitarse. Implica el compromiso y el trabajo coordinado de las entidades del Estado, las organizaciones de mujeres y la comunidad para educar y prevenir, para endurecer las leyes contra los agresores y para fortalecer a las organizaciones que previenen, investigan y denuncian todas las formas de violencia contra las mujeres.


Así que lo que toca es continuar levantando la voz, seguir denunciando, seguir educando, seguir pidiendo justicia y no aceptar bajo ningún argumento que en nombre del amor se nos siga matando.


 

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

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