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De los nuevos comicios en Venezuela, o la consolidación del autoritarismo electoral

Por: Oscar A. Chala, investigador de la Línea de Democracia y Gobernabilidad




Las elecciones en Venezuela, aunque destrabadas, se encuentran en un punto crítico. La asfixia política a la oposición y las escasas garantías electorales ofrecidas por el gobierno de Nicolás Maduro permiten anticipar el resultado esperado. El oficialismo no está dispuesto a competir y pretende dejar fuera de concurso a sus opositores en un certamen electoral que ya tiene fecha para el próximo 28 de julio, según el mismo Consejo Nacional Electoral. Día simbólico, porque es el natalicio de Hugo Chávez.

 

Esta degradación del proceso político venezolano ya se veía venir desde la confirmación de inhabilidad para el ejercicio de cargos públicos a María Corina Machado, por parte del Tribunal Supremo de Justicia, reafirmado el pasado 24 de enero de 2024, justo 4 meses después de ganar en las elecciones primarias convocadas durante octubre de 2023, como parte de los acuerdos de Barbados.

 

Tal y como lo contó Pares en su artículo “El método venezolano”, la estrategia de inhabilitar candidatos opositores y anularlos judicialmente ha sido una constante durante los años en los que ha gobernado Nicolás Maduro, y se ha repetido para los casos de Henrique Capriles Radonski, Leopoldo López y Antonio Ledezma, los dos últimos también encarcelados en su momento, luego de las protestas de “La Salida” y los presuntos intentos de sectores de la oposición de orquestar golpes de Estado contra Maduro.

 

El juego de Maduro: el capítulo Saab

 

Para el 21 de diciembre de 2023, la liberación del empresario Alex Saab, colaborador del régimen de Maduro en sus operaciones ilegales de comercio internacional y movimiento de dineros del chavismo, hizo parte de los acuerdos de intercambios de prisioneros con el Gobierno de los Estados Unidos de América.

 

Lo que vino después fue el hastío de la desilusión ante el incumplimiento de los compromisos pactados después de tres años de negociaciones, impulsadas por el gobierno de Noruega y respaldadas por los países de la región, incluso por Colombia, país que restableció vínculos diplomáticos en 2022, luego de 5 años de ruptura.

 

El capítulo Saab se cerraba con su libertad. Era el resultado de un duro proceso de negociación y de canje de prisioneros que demoró 16 meses, y terminó con el retorno del colombiano que se había convertido en el centro de la controversia, ante la discusión por las sanciones contra Venezuela por parte de los países de la región. Con ello, Estados Unidos cumplía su parte del acuerdo, tragándose un sapo grande, esperando reciprocidad por parte del oficialismo para permitir la participación de Machado, cosa que no sucedió.

 

El 16 de enero del 2024 Nicolás Maduro, desafiante, nombró al empresario barranquillero presidente del Centro Internacional de inversión productiva.

 

María Corina Machado, sí o sí.

 

Durante su trayectoria política, María Corina Machado ha logrado competir electoralmente contra el régimen de manera formidable, y es que en procesos electorales organizados sin mayores garantías ha logrado imponerse por lo menos en varios certámenes políticos.

 

Ha transitado por los cargos de diputada a la Asamblea Nacional de Venezuela del 2011 al 2014, siendo la principal opositora del régimen desde el liderazgo de la organización ‘Vente Venezuela’, de la que es la Coordinadora General. En este escenario, María Corina Machado logró convertirse en la candidata más opcionada después de enfrentar los múltiples intentos de sacarla del proceso electoral.

 

Lo sorprendente es que después de casi dos décadas en los que el oficialismo se ha hecho con la hegemonía político-electoral del país, al interior de los grupos políticos de Venezuela organizados inicialmente en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) y en la Plataforma Unitaria, solo han logrado concretar unos cuántos liderazgos capaces de plantar cara al gobierno de Nicolás Maduro, que lleva más de una década en el poder y que ya tiene probada experiencia desarticulando a su competencia.

 

Sin María Corina Machado no se ven otras posibles opciones para integrar el tarjetón electoral, las otras opciones a la vista son Antonio Ecarri, del partido Alianza del Lápiz, y el diputado José Brito, quien fue acusado de beneficiar políticamente a Alex Saab y Javier Bertucci y es señalado por la Plataforma Unitaria como colaboracionista del gobierno de Maduro. Ninguno de estos candidatos tendría capacidad real de juntar la atomizada oposición venezolana, que también tiene retos a su interior de lograr conciliar puntos de vista y acciones concretas contra el régimen. En ese sentido, la única candidata que tiene un peso específico contra Maduro es Machado, además legitimada por los votos de las primarias de octubre de 2023, que ninguna figura en la oposición está dispuesta a reclamar.

 

PSUV: Maduro tampoco está a salvo

 

Pero algo también es cierto, Nicolás Maduro es un político repudiado en Venezuela por la población en general —tiene menos del 20% de aprobación, según datos independientes— cuyo temor de que otros grupos políticos en los que se ha sostenido y que conforman al oficialismo se lancen potencialmente en su contra.

 

El temor ha sido latente y se ha manifestado en el creciente poder que figuras cercanas a su esposa, Cilia Flóres, la “primera combatiente”, han adquirido en la burocracia venezolana en detrimento de los grupos articulados por Diosdado Cabello, Carmen Menéndez y Tareck El Aissami. La purga de este último, que no ha vuelto a aparecer ni en medios de comunicación oficiales, ni en actos públicos, parece comprobar que los temores de Maduro por que exista un sector del oficialismo mucho más receloso de él y su gestión se han incrementado con el paso de los años. Esto, junto con la salida de varios generales cercanos a Diosdado Cabello en 2020, y con la reducción de cuotas burocráticas para la mayoría de los grupos tradicionales, indican que Maduro pretende concentrar aún más en su figura todo el poder posible, a la postre de aquellos terrores infundados que desde su propio partido le puedan correr de la silla en el Palacio de Miraflores.

 

Incluso, desde años anteriores se ha venido manejando la posibilidad de que exista un candidato alternativo al actual presidente. La posibilidad fue real durante un tiempo, pero al final las directivas del PSUV se decantaron por seguir respaldando a Nicolás Maduro, en un escenario geopolítico internacional donde cualquier cambio dentro del gobierno puede desencadenar situaciones críticas, y en las que Maduro sigue generando cierta estabilidad, a pesar de tener cada vez más voces críticas dentro de su propio partido. No obstante, el desgaste es evidente.

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