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Y al final el sueƱo de Jaime Bateman se hizo realidad

Por: IvƔn Gallo-Editor de Comunicaciones




Cuarenta y dos años después de su muerte Jaime Bateman sigue siendo tendencia en redes sociales. La historia lo ha bendecido: es un inmortal. En el caótico consejo de ministros que por orden del presidente fue televisado en cadena nacional y que nada mÔs en redes sociales fue visto por un millón de personas Petro trajo al líder de la organización a la que perteneció a la mesa, al comparar a Armando Benedetti con Bateman. Inmediatamente el debate estalló y los mÔs jóvenes se preguntaban por este nombre inglés que escondía a un caribeño mamador de gallo, disciplinado y a la vez implacable.

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Una de las biografías mÔs completas jamÔs hechas en Colombia la escribió Dario Villamizar y es sobre Bateman. El samario, nacido en 1940, quería que este país, donde la desigualdad era la norma, pudiera tener mÔs equidad. Apoyó en varios mitines al cura Camilo Torres e incluso terminó dÔndose trompadas con la policía para proteger a quien su muerte convertiría en uno de los santos de la revolución latinoamericana.  La posiblidad de que un proyecto político de cambio llegara por las urnas se negó cuando el 19 de abril de 1970 le robaron de frente las elecciones a la ANAPO, el partido político creado por el general Rojas Pinilla. Después de un apagón quedó decretado que el ganador era un hijo del establecimiento: Misael Pastrana. Ese desencanto lo llevó a militar las filas de las FARC pero tanto estalinismo lo reventó. Así que en 1975, después de una intensa y creativa campaña de expectativa, en donde aparecía a diario en el Tiempo el anuncio ¿ParÔsitos? Ya viene M-19,  el grupo apareció dando uno de sus golpes espectaculares y cargados de simbolismo: el robo de la espada de Bolívar.

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Los grupos se parecen a sus líderes y Bateman tal vez fue el primer socialbacano de la historia de este país. Gabriel García MÔrquez, desde la revista Alternativa, secundado por Enrique Santos, escribía panegíricos sobre el nuevo Bolívar. Mientras tanto él no se daba tanta importancia. Aparecía incluso en los viernes represivos de la época de Julio César Turbay y su estatuto de seguridad en lugares como el Goce Pagano, a ir a conversar con Juan Manuel Roca en la barra o alguno de los intelectuales que hacían sus tertulias en medio de la música de Eddie Palmieri o Santos Colón.

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Ese aire de invencibilidad, de saber que nunca lo iban a agarrar no se lo dio la violencia sino la bacanerƭa. Como lo recuerda en un perfil escrito hace mƔs de una dƩcada en El Espectador Erick Camargo, era su red de amigos, su simpatƭa, mƔs que un escudo de hombres armados, lo que lo protegƭa de todo mal y peligro. Es que no fue un bandido, fue un verdadero revolucionario.

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Se movĆ­a con agilidad a pesar de que a los ocho aƱos en su natal Santa Marta una camioneta lo atropelló. Durante aƱos siguió terapias, incluso lo mandaron a clĆ­nicas en MoscĆŗ para ver si mejoraba pero siempre tuvo su caminado particular. Era un conversador tan encantador que Fidel Castro lo calificó de ā€œRevolucionario Ćŗnicoā€ despuĆ©s de estar todo un fin de semana con Ć©l nadando en Playa Girón. Le sacó chispas al ejĆ©rcito despuĆ©s de realizar la operación Ballena Azul, que consistió en robarle al ejĆ©rcito mĆ”s de tres mil armas el 31 de octubre de 1978 en pleno Cantón Norte. Nunca pudieron aprovecharlas. El ejĆ©rcito desató a sus perros de guerra y la represión fue brutal, de macana y cachiporra. Muchos inocentes fueron torturados, otros asesinados, traumatizados y desaparecidos.

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Otro golpe cargado de simbolismo fue la toma de la Embajada de RepĆŗblica Dominicana en BogotĆ”. El paĆ­s conoció a comandantes guerrilleros tan carismĆ”ticos como alias La Chiqui. Desde ese momento muchos estudiantes y la sociedad en general empezó a sentir la fiebre del EME. La personalidad de Bateman era magnĆ©tica. Tanto que, cuando llegó a la presidencia Belisario Betancur y su voluntad de paz empezaron a establecerse puentes directos entre la insurgencia y el establecimiento. Se hablaba entonces de ā€œEl sancocho nacionalā€. En el proyecto revolucionario de Bateman cabĆ­an todos los estamentos. El 23 de abril de 1983 se concertó una cita en PanamĆ” entre Bateman y el gobierno Betancur. Al lĆ­der del M-19 partió hacia su destino a pesar de las condiciones climĆ”ticas que le desaconsejaban volar. En la transmisión radial de la avioneta alcanza a escucharse la angustia del piloto. Habló con PanamĆ” hasta que se perdió contacto.

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Durante nueve meses se busco en plena selva del Darién la avioneta. El país estaba en vilo. Se llegó a hablar que el sector mÔs radical de las fuerzas armadas estaba en contra del diÔlogo y de Bateman y que podrían haberlo desaparecido. Todos los rumores se acallaron cuando el 21 de febrero de 1984 encontraron sus restos.

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Treinta y ocho aƱos despuƩs el sueƱo de Bateman se harƭa realidad, uno de sus hombres, Gustavo Petro Urrego, fue elegido por vƭa democrƔtica presidente de Colombia. Se demostraba que por la vƭa democrƔtica la lucha tambiƩn se puede.

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