Por: Naryi Vargas, Investigadora Conflictos asociados al desarrollo-Pares
Foto: Andrea Aldana, Investigadora-Pares
Luego de ser la guerrilla con con mayor presencia a nivel nacional en los años 80 y 90, el recrudecimiento de la guerra que se dio con la actuación paramilitar y la puesta en marcha del Plan Colombia, para la década del 2000 el Ejército de Liberación Nacional (ELN) quedó totalmente reducido e invisibilizado.
Durante los siguientes 10 años, la guerrilla invirtió en esfuerzos para recomponer la fuerza y la base social. En el 2010 el ELN reapareció en los territorios como un actor con capacidad de producción de violencia y protagonista en el conflicto armado. Desde ese año se ha mantenido en escalda su crecimiento y la demostración de fuerza. Ha aumentado su repertorio de acción, su incidencia en la opinión pública, y en los territorios ha profundizado sus estrategias de penetración, control social y territorial con distintos grupos sociales y comunidades.
Fuente: Elaboración propia
Para el 2016 el ELN tenía presencia activa en 96 municipios, y en otros 10 actuaba por medio de reductos o pequeños grupos que intentaban recuperar zonas de incidencia. Actualmente su presencia se ha extendido a 17 municipios más.
La expansión se debe a las condiciones de violencia y conflictividad social que se generaron tras la salida de la exguerrilla de las FARC. Esta situación fue aprovechada tanto por el ELN como por otros grupos armados ilegales, los cuales lograron crecer a mayor velocidad en tanto que su existencia y repertorio de acción funciona casi exclusivamente en razón del control de economías ilegales, y no de un relacionamiento profundo con las comunidades y los territorios en el que se busca que prevalezca la legitimidad y no la fuerza.
La expansión del ELN se logró en razón de cuatro factores principales:
Competencia con otros grupos por el control territorial. Esto especialmente en Antioquia y el Urabá chocoano. De alguna manera se trató de un contexto de supervivencia, pues al no contener el crecimiento y fortalecimiento de otros grupos, su existencia se ve amenazada en el mediano y largo plazo. En estas zonas se ha tratado de una expansión mediada por una alta producción de violencia.
Las dificultades que ha tenido el Estado colombiano para llenar el vacío que dejó la salida de las FARC, especialmente en servicios asociados a la gestión de conflictos vecinales y asuntos de justicia. Las guerrillas han cumplido este rol en zonas de retaguardia, y para las comunidades rurales resultó más eficaz solicitar apoyo al ELN, en lugar de esperar la llegada del Estado. Esto ocurrió particularmente en el oriente colombiano y sur del Chocó.
La captación de rentas ilegales, esto también relacionado con el vacío que dejó las FARC les ha permitido disponer de mayores recursos para llevar a cabo sus acciones.
El ELN ha aprovechado los diálogos de paz para oxigenar y reformular su táctica y estrategia, y sin duda, el desescalamiento de la confrontación le ha permitido actuar con mayor confianza en los territorios. De tal manera que el fortalecimiento que ha venido experimentando esta guerrilla no sólo se refleja en la expansión territorial, sino en la profundización de sus mecanismos de control social y territorial en viejas zonas de presencia, como Catatumbo, Arauca, Cauca, Nariño y sur de Bolívar.
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