Por: Redacción Pares
A las 7:27 p.m. del 30 de enero, en la página de aspirantes a ocupar cargos públicos de la Presidencia, apareció la hoja de vida de un nuevo opcionado para dirigir el Centro Nacional de Memoria Histórica: Rubén Darío Acevedo Carmona. Acevedo, profesor emérito de la Universidad Nacional e historiador, ha llegado a afirmar que la Comisión de la Verdad “es fruto del interés político de las guerrillas por imponer una explicación justificadora de sus aventuras y crímenes en ropaje académico”.
Su postulación no es un riesgo menor. El historiador sigue el mismo camino que Álvaro Uribe: negar que en Colombia lo que se vivió fue un conflicto entre el Estado y las guerrillas y el de satanizar a los movimientos de izquierda. Posición extraña, como menos, teniendo en cuenta que, en los años 70, su nombre resonaba en los movimientos de izquierda y era sabida su cercanía con el Partido Comunista Colombiano Marxista Leninista (PCC-ML), semilla de la guerrilla del EPL. Sobre la conformación de la Comisión de la Verdad Acevedo también afirmó que “le abrió campo a uno de los sueños más preciados de las guerrillas comunistas: imponer su verdad definitiva del “conflicto armado””.
Si estas posiciones resultan preocupantes, el hecho de que haya afirmado que “si lo que el país quiere es estudios académicos sobre la violencia política y el “conflicto armado” lo correcto, lo adecuado y lo pertinente es que se cree una línea macro de investigación dirigida por Colciencias”, resulta peligroso. Esta idea pone de manifiesto su creencia de que ni el trabajo de la CEV ni del CNMH es válido en términos académicos e históricos. Acevedo, además, no considera que en Colombia el Estado haya impulsado una política de violación de derechos Humanos, ¿y los mal llamados ‘falsos positivos’?
Sobre los Acuerdos de Paz, a los que Acevedo llama de “Santos-FARC”, ha propuesto modificarlos a través de un Acto Legislativo, de una asamblea constituyente o de un referendo revocatorio, pues considera que, de no hacerlo, se estarían “validando nuevos levantamientos armados”.
Darío Acevedo se suma la lista de personas, todas con marcada tendencia uribista y negacionistas de los crímenes de Estado, que Iván Duque ha pretendido poner a cargo de la entidad. Primero fue Mario Pacheco, pero, ante la polémica, terminó siendo reemplazado en la aspiración por Fernando Vargas Quemba, quien tampoco logró quedarse con el cargo. El último de los intentos del presidente fue nombrar como director del CNMH a Vicente Torrijos, pero solo duró un día en el cargo luego de que La Silla Vacía revelara que su hoja de vida mostraba un doctorado que no tenía.
En sus columnas de El Espectador, Darío Acevedo también se ha despachado contra la Jurisdicción Especial para la Paz, los Acuerdos de Paz, el movimiento estudiantil y toda movilización social y política que no lleve la marca del uribismo. Incluso, ha escrito sobre el papel que jugó la sociedad en el hecho de que ni Pacheco ni Quemba ni Torrijos hubiesen sido nombrados en el CNMH, afirmando que lo que se tiene es un “veto” contra personas que piensen distinto al exdirector de la entidad, Gónzalo Sánchez, a quien le cuestiona su trabajo académico.
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